Muchas veces, cuando se habla de Cáritas, nos hacemos la imagen mental de esa institución de ayuda social que se ocupa de las personas más necesitadas. Es lo que más llega a quienes no nos conocen internamente, pero para poder situarnos en el ideario de la sociedad como “benefactores” de los más desfavorecidos, hay un gran trabajo previo, compuesto por un enorme equipo humano y una compleja estructura bien estructurada.
Parte fundamental de esta estructura son las Cáritas Parroquiales, cuya misión se encarna en la vivencia profunda de la Comunidad Parroquial.
No hay que olvidar que la identidad eclesial de Cáritas la vincula especialmente en la ayuda a los más desprotegidos y vulnerables de nuestra sociedad. Nuestra acción es respuesta cristiana a quienes no tienen otras puertas donde llamar. Las comunidades se consolidan en la misericordia y en estar al lado de los más débiles.
Las Cáritas Parroquiales, asentadas en la comunidad tienen como objetivo insertar la solidaridad fraterna en el día a día, hacer de la parroquia un lugar de referencia y de integración, potenciar la acción comunitaria que tienen como centro el compartir, ser apoyo en las situaciones de pobreza severa y promover espacios de encuentro e intercambio con otras comunidades e instituciones.
Sin todo esto, Cáritas no sería nada. Gracias.