Todo pueblo debería perseguir una meta: hacer que sus individuos vivan cada vez mejor, atendiendo a factores no sólo económicos, sino de derechos, participación, perspectivas ante el futuro, pertenencia a la comunidad. A conseguir esta “buena vida” debería estar orientada toda actividad de la sociedad.
Desde Cáritas, estamos en constante comprobación de que la realidad es otra. Las desigualdades en nuestra sociedad son demasiado palpables, la población excluida o en riesgo de exclusión aumenta y tenemos la obligación de hacerla visible, de intentar mejorar sus condiciones.
Es por eso que Cáritas sigue en el empeño de combatir la desigualdad presentando soluciones ante los Gobiernos y actuando localmente para restituir los derechos básicos y asistenciales mínimos a los colectivos más desfavorecidos de cada población en la que trabaja. Es nuestro deber tratar de poner a las personas primero, exigir a los Gobiernos el cumplimiento de los Derechos Humanos, seguir aplicando nuestro esfuerzo para lograr un mundo solidario, inclusivo, sin pobreza, desprovisto de desigualdad.
Con tu apoyo, será más fácil conseguirlo. Una idea hermosa por la que merece la pena pelear.