La acogida es una cama, un plato de comida caliente, una ducha y ropa limpia… la acogida reconforta el cuerpo con la higiene, el alimento y el descanso, pero sin duda la acogida más importante es la que llega directamente el alma cuando somos acogidos por el grupo, por la comunidad.
La acogida también es la integración que necesita el espíritu. La acogida es sentirse querido por la comunidad, sentirse necesario y apoyado por el grupo. Por tanto, sentirse acogido, más allá de estar alimentado, es tener la seguridad de que se pertenece a algo mucho más grande que nosotros mismos, que hay un colectivo que nos sustenta en las caídas y en los malos momentos.
Que nadie se sienta sólo ante la adversidad de la vida, ese es el empeño con el que trabajamos desde la comunidad que formamos Cáritas.