No es caro, no tiene por qué costar dinero… ni siquiera ha de ser material.
La buena acción diaria es un simple propósito de hacer cada día algo bueno por los demás. La buena acción puede ser dar una moneda, compartir tu pan o tu mesa o simplemente ayudar por la calle a esa persona a la que se le acaban de caer al suelo las bolsas de la compra, ceder el paso en la acera estrecha, compartir el asiento…
Es importante predicar que en nuestra naturaleza está el servir a los demás, de cualquier manera, no hacen falta grandes actos para justificarnos, sólo los que nos acercan a la necesidad de los demás para comprenderles, los sinceros, los que aportan algo positivo y provocan algo bueno… porque son los que transforman gota a gota nuestros barrios, nuestras calles. Son pequeños actos que deben heredar nuestros hijos para que en el futuro, sus buenas acciones sean cotidianas y no hechos extraordinarios.
La caridad está hecha de pequeños actos.